21 de mayo de 2007

CINE PORTUGUES

a pesar de que la industria cinematográfica portuguesa tiene una producción anual que no suele pasar de los quince largometrajes, Portugal ha logrado un enorme prestigio en el panorama cinematográfico internacional, gracias a un puñado de directores cuyos films nunca faltan del circuito de los principales festivales, como los de Berlín, Cannes, Venecia, San Sebastián o Toronto. El patriarca de todos ellos es, sin duda, Manoel de Oliveira, nacido en 1908 y que sigue ratificando con cada nueva película su posición como uno de los más importantes realizadores europeos de la segunda mitad del siglo XX. Pero por detrás de la enorme sombra de Oliveira y del prestigio ya consolidado de, por ejemplo Joao Botelho o Joao Cesar Monteiro, fallecido en 2003, el cine portugués está viviendo una importante renovación generacional.

Para comenzar, se puede hablar de tres tendencias principales; la aparición de una corriente "documentalista", representada por directores jóvenes como Sérgio Tréfaut o Pedro Sena Nunes, que poco a poco se van afianzando en el género y que lo utilizan practicamente de manera exclusiva en sus realizaciones. La de aquellos que nos muestran unas obsesiones recurentes por la crisis social de finales de siglo XX, manifestada en el retrato de familias rotas y desubicadas socialmente, como Joao Canijo , Pedro Costa o Joao Pedro Rodrigues. Y la de aquellos otros cineastas que huyen del realismo y se instauran en una especie de terreno fantástico, que también se llega a convertir en un estilo recurrente, como Teresa Villaverde. Finalmente, se puede hablar de una llamada "generación del corto", que utiliza este metraje como modo de expresión y como fórmula de acceder al largometraje tras su experiencia en las pequeñas producciones.

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